viernes, 27 de noviembre de 2009

CRIMEN DE VIERNES POR LA MAÑANA

Hoy he visto a una madre reprimir duramente a su hijo, mientras iba en el bus rumbo a la pesadilla que denomino: "trabajo". La razón de tal vejación autoritaria aunque materna, se debía a que el pequeño aplastó a una polilla con la impune palma de su delgada mano.

Antes de este crimen, yo ya había notado el débil volar de tal insecto, que a duras penas intentaba alcanzar la apertura de una ventana, pero el viento que inhalaba el bus con la velocidad, le empujaba casi como una bofetada hacia dentro de tan veloz animal de acero. La polilla intentó varias veces alcanzar la libertad, mientras intuía en su corazón que afuera de esta prisión de viento, habían luces, perfumes que aún valían la pena conquistar, pero ya estaba exhausta, además de que comenzaba a sentir su "hora", muy cercana, por lo que descansó en el sucio vidrio próximo al delincuente infantil, donde meditaría sus últimas memorias.

¡El golpe de la palma del niño fue seco!, tan rápido que sus tiernos dedos silbaron en el aliento de aquel viento que entraba imponente. Yo apreté los dientes, mientras veía a la madre cambiar su expresión de estado pasivo a repudio y asco. Por lo que, tomó la mano de su hijo que manchada del plasma de la polilla para untarle un pedazo de papel higiénico, tratando de borrar la evidencia del cadáver que caía como una paloma blanca abatida en medio de una guerra.

Bajé del bus con el semblante pálido, sentí que mi cara como un bastidor a punto de desintegrarse. Pensé: ¿qué motivó al pequeño a dar muerte a tan inocente criatura? ¿Qué motivó a la madre, aparte del asco, a reprimir al infante?

Yo seguía con los dientes apretados por el dolor de una pérdida tan significante; una pequeña vida que sólo deseaba paz y libertad, pero que diversos personajes o eventualidades le negaron esa posibilidad tan gratis de brindar, tan simple de aceptar, sólo proveniente de una “buena voluntad”.

El recuerdo del sonido del golpe de la palma del niño en el vidrio, me sacudió violentamente el pensamiento en parálisis. Volvía a mi realidad. El bus se alejaba.
Y lentamente iba soltando la presión de la mandíbula sobre mis dientes, pensando y engañándome ingenuamente que la polilla logró cruzar la ventana e ir hacia donde su corazón le guiará… Luces, perfumes, calor y néctar, sin duda…

Sonreí antes de entrar a mi oficina.

jueves, 26 de noviembre de 2009

Miseria + felicidad = -1 + 1 = -(1 - 1)???


¿Dónde realmente comienza la miseria? ¿Qué es ser miserable?

Las veces que alzo esta pregunta al viento, éste me devuelve un beso entre las pestañas y me desordena las cejas…

Es realmente factible, ser un infierno que respira y azota, cuando uno se siente a sí mismo un paraíso???

Las palabras parecen desactivarse de la carne de quien las pronuncia, y no sé cómo expresar que deseo lo mejor para aquellos que amo, o puntualmente a... áquella. Finalmente, los conductos del veneno interno fluyen al estuario de aguas cristalinas, contaminando aquellos peces tan libres que nadaban en él; aquellos que denominé “ilusiones”.

De la miseria de no ser correspondido, a la miseria de que no puedas cumplir cabalmente con las expectativas… Hmmm… Creo que la brecha no es demasiado grande, sobre todo cuando da lugar a especulaciones, que, generalmente, se insertan como astillas para deteriorar la piel de las buenas intenciones.

¿Cuántos muros tendré que destrozar durante toda esta vida?... ¿¡Cuántos ladrillos de dolor he de producir!?...
Al parecer, mi producción realiza tanto la cura como el mismo veneno… No es eso ser un miserable??? Me debilita, me cansa, ¡me sofoca!...

Ni siquiera la mosca que vuela a mi alrededor, se había mostrado tan soez en veces anteriores… Y quiero aniquilarla, torturarla, incinerarla en mi fuego, ¡en mi furia! Pero cuando comparo el nivel de dignidad entre ambos, no me siento capaz de mover un dedo, y temo que sea la mosca quien me aplaste.

¿Qué es la miseria? ¿Felicidad mal aprovechada? ¿Capricho de la suerte o el destino?
¿Cuándo acabarán las discusiones, las peleas, las intrigas, ¡¡¡esta maldita guerra!!!?
Es tan fácil responder empuñando un cuchillo…
Es tan suave el sentir que la boca no se mueve…
Es tan esperanzador que los ojos caigan en letargo, para así despertar y engañarse que todo fue una pesadilla…

He ahí el dilema… ¿Se puede estar tan equivocado y por tan largo periodo?
¿Por qué mi pintura es negra si veo en mis venas algo blanco y puro?

Nunca imaginé que ser miserable era tan complicado, al parecer, su antónimo resulta ser mucho más fácil…

jueves, 19 de noviembre de 2009

:(

Hoy me siento realmente mal... Como quisiera estar nadando a kilómetros del continente, o perdido completamente en un bosque...
¡Qué miseria de vida se siente hoy!
:(

Pensé que a alguien le interesaría saberlo...

(eco, eco, eco, eco, eco... grillos cantando pasivamente...)

martes, 17 de noviembre de 2009

ELEGANCIA DE MOTELES BARATOS

¡Oh!, mira que bellos ojos se asoman desde allí… Una ventana con rosas italianas…
¡Ojos perfectamente famélicos!, párpados caídos y pestañas quemadas.
Esa mirada tan llena de energía, me preguntaba dulcemente:
¡Tú, huevón!, ¿vienes desde Chisle?
No, soy cosaco con tres pulgas bajo las axilas, pero ando sin ropa interior debido a la indigestión constante
.
– Respondí flagrante, ¡casi triunfante por mi intelecto!
Hmmm… No importa, ¡entra!
– Me ordenaron aquellos ojos deslumbrantes.





El motel barato en frente de mis ojos, con esos ojos caídos aún vigilándome desde aquella ventana, ¡oh, si!, creo haber mencionado que habían rosas italianas…
Casi con éxtasis de niño en su primera masturbación; exclamé: – ¡que elegancia!, digno de cualquier torrante…
Y me desordené el pelo crespo hacia delante para aparentar ser un César;
¡Ave César! – grité.

La bienvenida a tal palacio de los pecados, con el aroma enternecedor proveniente del riachuelo llamado “Zanjón de la Caca”, era un privilegio de pocos,
que ahora en mi último año de vida, se me concedía desinteresadamente…
¡Pero que ordinariez!, si esto debería ser Venecia… – Discutían unas voces tras las paredes llenas de rouge barato, respecto a la dignidad del riachuelo que mencioné sin siquiera sacarme el sombrero.
¡¿Qué hablas?! ¡Esta población vale callampa! Nunca saldremos honestos de aquí

– Oh, mira como se empaña esa ventana.
Mientras observaba unos dedos lubricados dibujar una sonrisa en el empaño,
y me dijeron sin ningún tapujo: – ¡Presta plata!, que falta pa’l condón de frutilla.
Pero si ando sin calzoncillos, ¿cómo tendré valor alguno? –
Dije perturbado, casi molesto por ser tan indigno a la situación embarazosa.
– Hmmm, veo que naciste en Chisle… No importa, ¡entra!

El motel elegante, fresco y lascivo, tal como el aliento de un político,
pero ordinario y sencillo, como las agendas de los sicarios de la periferia.
Las puertas se abrían dolorosamente para darme paso,
las bisagras crujían como las falanges de una anciana,
la puerta tendía a desplomarse, aunque nada que un buen moco no pueda pegar.
Sólo ingresa tu nombre y coged un trago…
Celebraremos hasta que la espuma del champagne moje vuestros pies.
– Me dijo una voz, que se escurría por el aire rancio proveniente de las distintas habitaciones en acción.

¡Oh!, ¡mira!, ¿qué es eso? – Preguntaban nuevamente los bellos ojos, que ahora estaban detrás de una puerta de vidrio.
Y observamos como una ventana del lado izquierdo de la recepción,
era besada por un culo grande, peludo y completamente sudado.
Era casi poético el movimiento con que refregaba aquellos vellos apelmazados de mierda sobre el vidrio.
El orificio anal cobró voz de locutor de radio AM, y mediante esa voz melosa logró envolverme, susurrándome casi en mis propios labios: – ¡Hey, tú!, ¡ven y conquístame!
¿Pero cómo puedo hacerlo?, si nunca he leído una novela, ni sé de finales felices… –
Me excusé, casi sintiendo un poco de pudor.
– No importa precioso, ¡entra! Más tarde te besaré…

Repentinamente, un ascensor bajó casi a golpes con una música de xilófonos de fondo.
Por dentro, el elevador estaba decorado con cerámica roja, revestido con botellas quebradas y cinturones de castidad.
¡Oh!, dentro otra habitación más del pecado… – Pensé, casi intimidado.
Una silla sonriente saltaba dentro y se estremecía por penetrarme,
pero antes que me sodomizara, una puerta de escape me succionó por completo hacia un pasadizo resbaladizo de tanto aceite mezclado con jugos vaginales.
¡Oh!, dentro otra habitación más del pecado… – Pensé, con una sonrisa algo perversa.
Tapiz victoriano sobre las paredes que danzaban pulposas,
roble francés del mueble mojigato que coronaba la esquina más lúgubre, perfumaba el aire tan sofocante.
¡Je suis Chic! – Me dijo el recepcionista que apareció desde el balcón,
mientras el polvo caía del cielo, producto de otro polvo más denso provocado por los gemidos de un homosexual mientras lo fornicaba un pastor Copus gey.
Al final, desistí de entrar en tal habitación (es bueno a veces desconfiar de los recepcionistas, ¡cabrones!), e inesperadamente, una vieja gorda gritaba de placer mientras corría a través del hall, persiguiendo a un perro horrorizado.
Aquel can no quería practicar más la lujuria asquerosa la cual era sometido,
pero finalmente, fue apresado entre esas tetas flácidas y la barriga adiposa,
me dio una mirada suplicando ayuda, pero sonreí cuando lo vi persignarse al entrar a la habitación del suplicio.
Un indio calvo, salió bruscamente expulsado de una puerta rosada,
sin camisa y con un cepillo de dientes como collar.
Pareció despertar de un trance, y cuando vio su torso desnudo y con abundante vellosidad,
no dudó un instante en fumárselo con hachís (¡una técnica impresionante!).
Volví al recepcionista y le di un beso en la mejilla,
susurrándole que los de su clase son todos unos hijos de la gran puta, y subí por las escaleras despidiéndome de él con un gesto grosero.
Las gradas estaban tapizadas con poemas escritos en papel higiénico;
leí el título de un poema decorado con heces y moscas emborrachadas:
“IRóN y k.O.”, y con vehemencia me golpeé la cabeza contra el muro rugoso.
¡¿En qué estuve pensando?! – me pregunté, tratando de buscar una respuesta decente ante todos esos abogados que vendrán a meterme las querellas por el culo… ¡Abogados y recepcionistas!... ¡Qué ironía de coincidencia!

Proseguí el ascenso una vez que me sentí cómodo,
y me reincorporé como todo un sir inglés republicano (salvo que me faltaba la goma de mascar).
Desde la última habitación, pude ver el color de unos gemidos falsos,
perteneciente a algunas chicas fashion, ¡totalmente drogadas!
Me ofrecieron inmediatamente sus máquinas desperfectas para hacer jugo,
y para hacer la oferta más interesante, le vertieron vino, ropa interior y sus deseos de fama…
Las forniqué a todas sin despecho, porque siempre adoré la literatura intensa.
Perras como esas, ni siquiera en las pajas más salvajes se presentan así de fáciles.
De la habitación de enfrente, un nazi semidesnudo; vestido con la svástica,
salió a darme la bienvenida y celebrar mi conducta.
¡Bouen motelzzz! – Me dijo sonriente, blandiendo su copón cervecero que babeaba la espuma como si vomitase una ola que no dejaba de reventar.
Algo extraño en el aire, quizás el silencio de mi boca o las modelos aún queriendo intercambiar sexo por cocaína, produjo un repentino enfado en el germano,
que violentamente me propinaba una dolorosa patada en la raja,
haciéndome caer por las escaleras hasta un pasillo mojado en suero donde muchos peces saltaban desesperados por cambiar un billete de la lotería.
Envidié la expresión de codicia en los ojos de los peces, siempre quise ser un escualo de la bolsa de comercio.
Y a pesar del gran dolor en la zona trasera, me lancé para empaparme de ese suero, sintiendo el perfume del egoísmo adherirse a mi piel junto a la pestilencia de los pescados, jugos vaginales, cerveza y aliento de recepcionista.
Mi alma liberó unos gritos que no tenían inicio ni fin, pero si mucha ofensa barata.

Entré como un maldito desquiciado en una supuesta habitación reservada.
No había nada para poder pintar, ya que las paredes entablaron una huelga estructural.
Y había una paloma blanca muerta que era devorada por un guarén socialista.
¡Eran la única compañía dentro de miles de cofres musicales con princesas danzando!
Pero recordé el puntapié alemán y me ofusqué, desquitándome con el vil roedor,
que salió maravillosamente despedido desde la altura de mi única ventana.
El muy bastardo supo lo que era ser un ave y después ser un puré del barrio Franklin.

Aquella amplia ventana me era grata, sonreía con los haces del Sol a pesar de los dientes quebrados,
así que empapé mis dedos en la sangre de la paloma para pintarme de carmín los labios,
besando el vidrio tal como si fuese la única que amé; perdida hacía muchos años atrás.
Asomé la cabeza para insultar a los infelices que paseaban por las calles,
pero aquella gentuza apenas lograba ver el beso inserto en el vidrio que me cortó los labios.
Ignoraban que los maldecía, trapeaba el piso con sus dignidades y la vulva de sus madres, pero sentían un éxtasis al ver la energía de mi discurso, procediendo a aplaudirme fervorosamente, los muy desgraciados…
Y así fue como me consagraron dentro del trono, tal como el elegido de las profecías que se venden tan baratos en países tercer mundistas…

¡Viva el motel elegante! – Gritaban otros.
¡Guascho rico! – Gritaban las damiselas de dudosa reputación,
¡Eres el hombre que necesitamos! – Gritaban los ancianos expertos en ajedrez y disfunción eréctil.
Un ejemplo para nuestra sociedad – Cantaban los senadores y diputados
Un grito del arte contemporáneo – Pensaron los actores; únicos embajadores baratos de la cultura de Chisle…

Y yo de tanta emoción soez, les grité:
– ¡Que se mueran todos ustedes, los del perraje!,
¡¡¡Muéranse flaites de mierda!!!
¡Aquí soy el Rey!
¡Aquí la libertad es gratis!
¡La elegancia de mi Motel!
¡Lo barato de reírme en vuestras caras!