miércoles, 29 de diciembre de 2010

EL BAILE DEL DESEO

Desde la lejanía de un sueño,
que arde bastante en los labios…

¡Placer incontrolable rozando la piel!
… Me recuerda todos esos besos,
mientras el Sol me desnudaba y tu rostro lo eclipsaba.

Desde la música de las palmeras con sus cabellos al viento suave…
Yacía sobre la arena,
con mis ojos cerrados,
recordándote mientras me emborrachaba con el perfume del mar…

Desde la eternidad y la paz de aquellas aguas turquesas,
que bañan los pómulos rosados de tu rostro de coral.

Desde el mismo paraíso,
que bendice los frutos que los dientes van mordiendo,
mientras el aliento jadeante, ¡desesperado!,
trata de escapar cuando uno siente hacer el amor con el otro…
Se divisan las siluetas de dos amantes acariciar el contraste del horizonte;
¡dos corazones enloquecidos!,
dos amantes que bailaban en desenfreno…

Las sombras de aquellos cuerpos ígneos,
que danzaban al ritmo de la salsa candente,
se enjugaban sabrosamente,
sobre las olas y la brisa rebosada con sus cuerpos sudados.

El atardecer refrescante,
pronto les susurra a los oídos,
¡tímpanos tan prestos a la poesía hermosa!,
la revelación espontánea de la situación:
– Esta es la soledad de la Isla del pecado carnal,
del sabor inocente, del amor puro...
Desde la suavidad de las nubes pasajeras…
Que recibían con alegría los aromas y el vapor corporal abundante,
unas pocas luces aladas iban surcando los cielos rojizos,
que coronan la boca del volcán que estalla en el corazón de quien se atreve a desear al otro.

Desde la insatisfacción del instinto básico…
¡Que hiende sus uñas bajo la piel del vientre!
El placer se regocijaba de ver dos almas bañándose con sus caricias,
mientras se besaban intensamente,
entre los haces del Sol y sus propios cabellos izados al viento.
Los agasajos lisonjeros no deseaban descansar del tiempo meloso,
como si al siguiente amanecer,
todo el placer sobre la piel seducida,
con aquel ritual,
desaparecería por completo,
y el desierto volvería con su sed insaciable…

Desde los corales latientes de sangre tan roja…
Desde los confines de los deseos de la carne…

Danzan dos amantes al eco de la samba caliente…

El infierno corporal yace extasiado de tanta libido…
El la besa, y ella llora,
él la abraza, y ella comienza a temer...

Las olas van bañando los pies de esta isla,
tratando de abrazarla para sí,
mientras absorbe las gotas de sudor derrochadas en la tormenta desenfrenada dentro del ballet;
¡piel con piel!,
¡boca con cuello!
¡mano con entre piernas!
¡pasión a raudales con gemidos!

Los amantes descendían así,
a las profundidades de aquel mar celestial.

Las palmeras aún se cortejaban con un beso robado a las ráfagas,
que si sabían cómo erizar la piel,
mientras que los recuerdos que el amor va pudriendo,
se perdían en las profundidades,
para no volver más sobre este ensueño.

Desde lejos se puede ver un baile…
El la abraza, y ella lo besa,
él le cubre, y ella pide que ese amor perdure por siempre.

La fantasía de la isla mágica comenzaba a desaparecer.
Lentamente, el desierto vuelve con su aridez,
y la música desciende junto con las sombras,
hacia el azul turquesa de este mar, que se enamora plenamente de ese Sol recostado sobre su cama, mientras las siluetas de los amantes, bailando,
se pierden en lo lejano de su regazo…

Me levanto de esta playa y abro mis ojos…
¡Es tiempo de que vuelva a amar!


jueves, 9 de diciembre de 2010

PLACER DE DIOSES

En un día seminublado como hoy, y desde la apacible localidad de Neuquén... ¡Hago el anuncio con bombos y platillos!, respecto a la publicación de PLACER DE DIOSES.

Esta es otra obra publicada por los "medios del pobre", o sea, en la web: www.lulu.com, dejo el link siguiente(para copiar y pegar), para ingresar directamente a la descripción del libro.

http://www.lulu.com/product/tapa-blanda/placer-de-dioses/14257488?productTrackingContext=search_results/search_shelf/center/1



El arte de la portada:
















Luego, ofreceré un extracto de la obra. Precisamente, no ahora, ya que el dolor de cabeza me está matando en este momento... Alguien con paracetamol por ahí??? :)

Un abrazo

M

lunes, 15 de noviembre de 2010

Publicación: "Desastre en un Paraíso de Mentiras"

A todos los millones de seguidores que tengo, me es muy grato comunicar que esta obra, se encuentra disponible ahora en bubok.

Enlace:
http://www.bubok.com/libros/192938/DESASTRE-EN-UN-PARAISO-DE-MENTIRAS


Un abrazo

M

lunes, 20 de septiembre de 2010

Rigor Mortis - Informe previo

Bueno, adjunto como informativo. El análisis hecho por la editorial para mi segundo libro en el mercado español. Inicialmente, la fecha de lanzamiento sería a fines de Octubre 2010.

Saludos
M


Obra: RIGOR MORTIS
Autor: MARCELO BLUE



Extracto de la obra:




“Finalmente, el anciano bajó la cabeza cerrando los ojos, y frotándose la frente con las manos temblorosas, para lograr percibir el llamado del viejo amor,
mas nunca, recibió respuesta alguna…

Y en esa posición quedó a través del tiempo,
erosionándose con la lluvia y el viento de su dulce pasado.
Petrificándose en una roca llena de grietas, esperando por el mensaje de aquel viejo amor”





Rigor Mortis es una colección de relatos en los que, como tan precisamente explica el propio autor en la introducción, la muerte se presenta como eje principal o denominador común entre todos ellos.

¿Cómo revolver el puzzle que presenta los escondrijos de un misterio tan intenso, ligero colectivamente, ¡terrorífico!, para otros, como lo es la Muerte?... Se pregunta el autor, y justamente a este juego se dedicará en las páginas siguientes, por mediación de once relatos cortos, en los que la muerte acaba por estar presenta de una forma u otra. Once relatos, de diversa factura argumentística, pero con un estilo literario que se mantiene en todos ellos. El misterio de la muerte, la pérdida del ser amado, o la certeza del propio fin. Realismo mágico, a veces. Con ecos de la milimétrica gramática Borgesiana, o incluso imaginería Lovecraftiana (La última montaña), el autor se entrega de buen gusto a juegos filosóficos (La caverna de las lágrimas). El llanto desconsolado hacia el amor perdido lo encontramos en Dulce, Amargacita…mi relato preferido de la colección.
Todos ellos comparten, como decía, un universo estilístico y literario de gran solidez. Recursos que se repiten dotando de gran particularidad a todo el discurso, y que, a veces, recuerda en su metalenguaje a veces críptico, y cargado de metáforas, a ciertos pasajes bíblicos, incluso. Comparaciones continuamente, un tono extremadamente lírico, que, sin embargo no rechina en ningún momento.
Estamos ante una voz única y necesaria, dotada de fuerza y agallas, con un discurso que nada tiene que ver con lo que uno espera leer en este presente nuestro tan pendiente siempre de lo que se lleva, o deja de llevarse. Atemporal y bello. ¡Bravo!

martes, 20 de julio de 2010

Remis y el reciclaje de un proyecto

Basado en una experiencia real…


Mil palabras, a veces pueden sonar como burradas si es que no hay énfasis alguno en el objetivo que se desea. No puedo, sino, menospreciar el constante acribillo de ciertas palabras tanto en la prensa como en informativos acústicos por alto-parlantes, que ya quisiera borrarlos de mis tímpanos con un refrescante vaso de agua.

¡Mil palabras!... Pienso… Y me propongo a buscar algún sentido en la conjunción de aquellas letras, vocales, sonidos, ritmos y sentidos. A mucha humildad, pensaba que podía armar una fantástica pieza de arte, ordenando letras, palabras y sueños… ¡Justo cuando del poema que realicé en la mezcla literaria!, ¡con exactamente mil palabras!, que no tenían lazo alguno en principio, nacía así, un hermoso colibrí que nombré, dulcemente: - “Remis”.

Remis, era la simpleza y la armonía, entre la belleza y un tamaño diminuto. Apenas nació desde ese trozo de papel, comenzó a revolotear contento por toda mi habitación que era un desastre de desorden. Su color se asemejaba al mismo color que percibía del arcoíris, a ratos, o sea la proyección cromática en mi horizonte, dependiendo del estado de ánimo que me invadía en ese momento al escribir. El arcoíris era más verdoso cuando me sentía lleno de vida, más azulado cuando sentía el sabor de la tristeza en los viejos recuerdos, rojizo cuando pensaba en el placer, y fulgurante cuando pensaba en aquellos hermosos ojos negros, de la única mujer que realmente amé…

No podía dejar de escribir aquellas prosas que sabía que adornarían el semblante de cualquiera que se atreviese a amar incondicionalmente. Y Remis, revoloteaba de lado a lado, dibujándome en cada instante una sonrisa en el rostro cansado. A veces, volaba para posarse sobre mi hombro, para cantarme su felicidad de estar vivo y el agradecimiento por haberle dado aquel regalo. ¡Fui el padre que siempre quiso!… :) Y yo, en retribución, obtuve la inspiración, la caricia de su alma, la magia fluyendo por mi cabeza para crear algo más hermoso que el mismo paraíso. Así, discutimos tardes enteras respecto a la armonía que se refleja en un alma cuando es tocada por una estrella fugaz, los designios del corazón que explora un mar calmo y con peces que están hechos con los más hermosos recuerdos, etc. Analizamos la manera con que abraza un mar sobreexcitado a las playas llenas de conchas blancas. Calculamos la distancia para el salto desde una montaña nevada hacia el altar donde convergían todos los suspiros y las esperanzas mutuas. Reímos de las travesuras que realizamos al cambiar las nubes de una posición a otra, alternando una llovizna suave con la melodía de un trueno, y redireccionando los haces de luz a los ojos del otro. No cabía más felicidad en mi ser, curiosamente producida por algo tan pequeño como un colibrí, que rescaté desde unas palabras que estaban condenadas al basurero.

Hoy, en esta fresca mañana, abrí la ventana de par en par y le obsequié los vastos cielos. El colibrí excitado, se posó como de costumbre en mi hombro izquierdo. Ambos dejamos escapar una lágrima, y las miradas no reflejaban nada más que amor mutuo y respeto. No estábamos muy seguros de lo que nos esperaba allá afuera, y no pronunciamos palabra alguna, pero si dijimos mucho en la expresión de nuestros ojos llorosos. Contemplamos así el nacimiento del sol sobre el océano distante y las nubes que corrían apresuradas para lavarle el rostro alegre. Remis se quedó atentamente mirando el color del sol, y vi como sus pequeños ojos se realzaban como las perlas que siempre quise regalar al ángel de mujer que siempre pensaba en mí. También, medité cómo mi colibrí podría alimentarse errante por esta tierra, debido a la carencia de flores. Entonces, dibujé con mi pincel un millón de las flores más hermosas y nutritivas, por todas las planicies de la Patagonia, asegurando que Remis jamás conocería el beso amargo del hambre. Cuando terminé de recitar la creación de la última flor, el colibrí voló lejos de mí para alimentarse y descubrir el mundo que le recibía con los brazos abiertos.
– Ve, amor. Reclama aquellos cielos que pinté para hagas melodías al intenso batir de tus pequeñas alas…
– Ve, príncipe de mi frágil reino, reclama aquel aire fresco para el canto de tus más hermosos anhelos.

Cerré la ventana, con un suspiro entre alegría y el sabor amargo que deja la separación. Le daba independencia a una de mis más lindas creaciones. Pero sentí el fuego del orgullo envolver mis entrañas, y me sonrojé de pensar que si soy un buen hombre.

Compuse de mil palabras, una vida, un montoncito de plumas, pequeños ojitos y alas. Entonces, me propuse componer mil poemas, que eran como gritar su nombre en una fiesta donde nadie me conocía… Y pensé que si, una sola composición pudo haber decorado su sonrisa, mil poemas la hubieran elevado al mismo edén…
El frío de la ciudad pudo haberme desalentado, pero ver las flores que había creado para Remis, me empujó a darle energía al motor que me llevaría al cénit de mi realización. Mil poemas, mil hojas escritas, mil trozos de mi alma distribuidos ecuánimemente. Que planté libre por todas las planicies.

El Sol se ocultaba en mi espalda, el horizonte me invitaba a beber una copa de vida mientras vería florecer a la mañana siguiente el fruto de mis esfuerzos.
Pronto alcé la vista para fijar un objetivo en el horizonte, y me vi caminando sin destino por la pampa, proyectando la sombra del hombre renovado; del hombre que descubría el sabor de la vida y el pulso del pincel… La sombra se proyectaba también con la de una pequeña ave posada en el hombro izquierdo, cantando dulces melodías sobre tiempos nuevos…


MB

domingo, 18 de julio de 2010

Algo actual de ahora que pasó en esta época de la actualidad...

Este mes ha sido íncreible. Muchas cosas positivas por fin sucediendo, y lo mejor es que aún queda por descubrir (tenía deseos de escribir esto tan vago :D ) y a pesar de estar en Neuquén!!! :D

Sólo me trae un poco de nostalgia haber dejado unas hermosas perlas negras de ojos, en Santiago, pero ya volveré a reclamarlas para colocarlas donde merecen ;)

Hoy, una mezcla extraña: desierto y nieve... Vaya contradicción!!! Pero tal armonía de elementos tan opuestos, me hace pensar que todo es posible.

Respecto a literatura, el libro "Rigor Mortis", probablemente se publicará en España en Septiembre del presente año. Novedades por confirmar.

Perdón, pero en este momento quiero decir muy poco. Dejo a la imaginación hilar el resto.

miércoles, 7 de julio de 2010

ESENCIA

Quiero compartir un borrador de un nuevo libro, que mantendré inconcluso al igual que otros que ya debería de haber terminado... Grrrr!!! ¿!Quién goza de abundancia de tiempo!?

El libro se titula CON EL COLOR DEL FUEGO EN LOS OJOS. Y este extracto que ofrezco desinteresadamente, es el primer borrador de aperitivo :)



ESENCIA – METAFORFOSIS DEL ALMA, DESINTEGRACION DE LA CARNE.



Los cielos son tan diferentes cuando el glaciar que cubren los ojos, comienza la lenta y finalmente, brusca retirada… El deshielo refresca el honor mancillado y las primeras flores comienzan a liberar su perfume.
Las nubes parecen tan libres, ¡tan dispersas en su libertad! No había visto nunca, un cielo tan perfecto en un segundo y tan difuso en el siguiente, y así, reiterativamente…
No es que no hubiese deseado lavarme el rostro cuando desperté, sino que quería conservar el aroma fresco de una enseñanza que no tuvo consideraciones para mí. Sólo disciplina, ¡sólo decepción!, sólo fortaleza, ¡sólo humillación!
Una colmena de abejas apareció repentinamente desde la frescura de una vertiente, rodeándome como si mi esencia fuera el polen de un paraíso que siempre soñaron. Se posaron sobre mí, deleitándose, frotando sus pequeñas alas en un zumbido que para mí sonaba tan parecido al calor del amor. Aquellos diminutos ojos negros; ¡perlas!, me miraban expectantes, casi con un nerviosismo romántico precoz. Y no pude ofrecerles nada mejor que un arcoíris, que aceptaron sin vacilar, perdiéndose en el reflejo multicolor sobre mis ojos.
Sentía que la carne comenzaba a desintegrarse en el aire, lo que fue de mis músculos se transformaba en arena. Y el espíritu sonreía por continuar a través de estas dunas que de pronto eran nieve. Y ahí, entre la aridez y el hielo, que alternaban en mi mente. Encontré un cofre sin candado alguno… Medité quién pudo haberlo dejado en tal paraje, fríamente calculado sobre mi caminar. Dentro, una máscara que reflejaba todas las expresiones y gestos que había realizado en vida. Y cuando me propuse colocarla sobre mi rostro, el viento de arena y el frío de la nevazón, desnudaron los huesos que me sostenían, y así me deshice de la forma física que mi madre moldeó en su vientre con tanto amor…

El hecho de volar, traspasar la materia, oler el aliento de los planetas y sentir el palpitar de un recién nacido… Era la libertad que siempre estuvo estampada en esos sueños que jamás son recordados cuando abres los ojos. Allí me paseaba a mis anchas, desde el arrullo de una paloma hasta el vuelo de una cometa albirroja entre las nubes blancas. En el ladrido de un perro puse mi voz, y en el deslizar del pincel de un pintor, el color de mi alma… ¡No podía abarcar más felicidad que estar en tantos lugares juntos!, y al mismo tiempo.
Mi máscara me podía transportar a donde desease… Y quise saber del infierno… No había fuego, no había frío, no había materia ni imágenes… Sólo un reloj en medio de… ¡en medio de nada! Cada segundo marcado por el sonido estereofónico del “click”, el vacío pasaba en un segundo de un negro espeso (el reloj ahora brillaba), a un blanco diluido. ¡He ahí el infierno! Nada de nada… Sin identidad, sin imágenes, sin materia sideral, sólo el sonido del tiempo… No experimentaba cansancio ni desapruebo, en fin, no era dueño de mis sentimientos, no era capaz de desviar la vista, sólo frente a mí aquel el reloj (yo era parte del entorno) y los cambios de colores tan opuestos: blanco-negro-blanco-negro-blanco-negro Asumía que no estaba sólo, quizás otra alma estaba a mi lado, contemplando el mismo escenario y despojada de toda sensación alguna.

Por algún error en la estructura de la sinfonía que es el destino, el tiempo se distorsionó y me expulsó del infierno, para licuar la esencia de mi vida en un frasco de vidrio que flotaba en alta mar… Dentro, un mensaje que buscaba por él, escrito por los suspiros de la boca suave de una mujer frágil. Mi esencia; un líquido comenzaba a humedecer el papel, fue cubriendo todo el trozo escrito y comencé a sentir todo ese amor prometido, toda esa pasión inagotable, toda la esperanza de la unión eterna. Sorprendido, volvía a palpar aquellas sensaciones físicas de la carne y de la mente. Aunque el Sol de súbito, se encargó de evaporarme para cabalgar las nubes que se movían tan libres como en un principio. Como de esperarse, la condensación me llevó a ser envuelto en una gota que caía sobre una ciudad abrazada por la noche y besada por la luz de las velas… Caí sobre los labios de un niño que corría llevando un juguete en su mano derecha. Este frenó en seco su prisa y saboreó sus labios… Miel de abejas ilusionadas, el canto de una paloma, el verso de una estrella para la noche, el color de la vida, la sabiduría de un infierno y de un paraíso, lo majestuoso de volar entre las nubes y el renacer de una esencia…
Mi mente vuelve a cero. Mi corazón se regenera. Mi alma ya olvida…


No estuve nunca más muerto que cuando estaba vivo
Nunca estuve tan vivo, una vez que había muerto…

lunes, 28 de junio de 2010

viernes, 18 de junio de 2010

ALBATROS

(Albatros pertenece a la obra "COLOSO", aún sin publicación)


Era un objeto imposible de no percibir en el aire,
ya que encandilaba con su radiante blancura.
Porque brillaba como los nenúfares del vientre de una cascada en sueños de princesas.

El cielo entero se adormecía por la sinfonía de su vuelo majestuoso,
¡orquestas celestiales!; ¡divinas!
Más aún, las nubes se retorcían de placer eólico con el canto; ¡el grito de gloria!
de un ave que pastoreaba las suaves olas de este océano, que dignificaba un paraíso perfecto.

¡Sí!, era una hermosa ave…
Un Albatros;
un haz de nieve hecho plumas y alas…
Y estas alas, cuando plegadas sonreían dignas como un abrazo de calor en pleno invierno.
¡Qué majestuosidad este Albatros!
hacía que el corazón del planeta floreciera en diversos colores,
en diversos frutos,
en corales llenos de vida.
¡La vida nunca fue más perfecta!
El mismo paraíso de los Dioses venía a emborracharse de ese mágico vuelo...

La sombra del Albatros cruzaba a diario por los huertos de los hombres,
nutriéndolos y derramando esperanza con sus plumas por inclusive las praderas erosionadas.
E instantáneamente, de éstas,
los sentimientos puros crecían junto al cáliz y los pétalos de cada flor,
haciendo del cuerpo de las hembras,
matrices fértiles de amor.

Sus ojos coloreados con la sangre del Sol, formaban las caricias para cada ola,
en el clímax del abrazo arenoso,
dejando a las almas experimentar la satisfacción de un " vuelo mágico ".

El Albatros vertía sus lágrimas para velar los deseos y los sueños ajenos,
¡altruismo abundante en su corazón!,
que los elevaba hacia las nubes,
para clavarlos en el eclipse que besaba su sombra y el Sol.
Y así, a vuelo rasante,
bañaba los vastos océanos con sus surcos, formando palacios cristalinos,
donde las almas podían converger hasta transformarse en esculturas de amantes.















Pero, por tanto altruismo,
tanta agua, ¡tantos sueños encargados!,
lo hizo sentir pesado y robusto.
Su cuerpo aerodinámico perdía repentinamente la blancura eterna,
esponjándose hasta saturar la majestuosidad de su forma…
Fue aquel peso lo que le hizo estrellar violentamente contra una pequeña Isla;
un atolón seco, grisáceo y cabizbajo.

El pobre Albatros,
herido de gravedad,
no renunció así a su corazón,
y quiso bendecir a la Isla con sus plumas destrozadas.
¡No cabía espacio para el dolor en la expresión bondadosa de su rostro!
Su misión no podía ser embargada ni por toda la sangre bullida de su pico,
ni por sus alas quebradas…

Así, con todas sus fuerzas,
plantó todos los retoños secos que estaban muertos y dispersos,
a orillas de la playa de esta Isla sin alegría.
Los bañó a cada uno con sus lágrimas,
su sangre y las promesas bendecidas por el mismo Dios del aire.

Hubo un momento de silencio, la hiel del fracaso…

No desesperando nunca,
el ave trató de cobijar los ojos de la Isla con sus alas arruinadas,
pero aquellos ojos fueron cegados por la frustración de un sueño podrido,
entonces, el ave miró con amargura al cielo, preguntando porqué la gloria lo había abandonado,
y así, intuyó los últimos minutos de su vida.

Derrota…

Bajó su cabeza sangrante,
y besó con los últimos jadeos,
el rostro de la Isla…
Su pico astillado se hundía en la arena movediza,
junto con su cuerpo.
Como ver una espina blanca clavarse en un iris que sólo deseaba sonreír.

¡El clima estalló salvajemente!
Con truenos prepotentes,
tormentas ácidas y llantos derramados por un océano desbocado, que acababa de perder a su primogénito favorito.
No hubo portales ni espejos que reflejasen alguna luz.
El cielo comenzó a dormir en sus llantos, presagiando por un cruel invierno.
Las nubes se consolaron con mantos negros,
los huertos alzaban pétalos frescos en señal de honores, y los ríos se rebasaron en sus propias riberas, ahogados por la angustia.

¡De pronto!...
Desde el corazón de la Isla,
una extraña luz emergió, irradiando como un suspiro del Sol.
Esta luz mutó lentamente su forma,
haciéndose cada vez más delgada y hermosamente blanca,
la arena que caía de ella se volvió suave como plumas de Arcángel.
Y así, la Isla estrenaba sus ojos nuevamente fértiles.
El paraíso notó que era hermosa.
Luego, nacieron unas grandes alas de los retoños secos, y comenzó su dicha legendaria en un vuelo majestuoso,
bendiciendo valles,
besando los frutos de los huertos,
dorando los ríos de miel,
coloreando los océanos y los corales,
concibiendo las semillas de los ángeles, en su vientre…

¡Se volvió objeto de admiración!

Finalmente,
se perdió entre las olas
(monumentales palacios de agua)
y los latidos del océano,
viviendo en los eclipses del Sol con sus ojos...

“Nunca nadie, volvió a recordar la imagen del Albatros… ”

MB

jueves, 27 de mayo de 2010

Publicaciones

Con mucho orgullo, presento la publicación de dos de mis trabajos literarios: "15" e "IRON&KO".
Ambas obras están disponibles en la website www.lulu.com

No obstante, adjunto los links directos para ver cada uno de estos libros :)

"15"
www.lulu.com/content/libro-tapa-blanda/15/8873756


"IRON&KO"
www.lulu.com/content/libro-tapa-blanda/ironko/8839273

Perdón que los enlaces no estén directos, cosas de blogger que no permite realizar! >:(


Saludos

M

lunes, 24 de mayo de 2010

FORTUNA

Dos días y medio en Buenos Aires, y nada más que imágenes pasando como enjambres dentro de mi cabeza. Y ahí estaba yo, tirando de una maleta a maltraer y buscando una respuesta para todo.
El hecho de estar en la República hermana Argentina, me trajo consigo sabores que creí perdidos en mi paladar… No obstante, por mi naturaleza curiosa, me dejé absorber por la calma y pensar que todo a su tiempo vendría a colocarse en posición… Por primera vez, no controlaba nada de lo que iba haciendo.
Es quizás los parecidos a otras ciudades que he estado, que Buenos Aires no me fue indiferente, nos saludamos ambos sacando nuestros sombreros, un beso de bienvenida y libertad plena para que uno haga lo que quiera con el otro.
Y así fue… Sentado en un taxi que logró raptarme de un semblante opaco y brumoso tal como la neblina que cubría el Atlántico. El conductor no sólo se mostró afable, sino que benevolente con lo que mis ojos expresaban en ese mismo instante. Cualquier apretón de manos, significaba mucho para las emociones que me hacían presa.

El hotel, ¡impecable! Tal como cada detalle que planifiqué antes. Una habitación preciosa que se prestaba para el objetivo inicial, pero que no vería jamás una hermosa flor irradiando el color de aquel sentimiento que no sé cómo se fue directamente a la basura. Caí un poco en pánico, buscando los diversos roles que he creado, pero la soledad se encargó de encararme, gritarme a la cara lo evidente y soltarme un beso para que me diera cuenta quién realmente era… El puñal fue siendo retirado lentamente de mi alma, y pude contemplar un poco de la luz que se filtraba por esa ventana que me invitaba a cruzarla.
Había tanta hermosura en todo lo que diseñé de ese viaje, que verla caer en esquirlas sobre mis pies, logró desestabilizarme completamente. Sin embargo, pude enfocar mi mente en un nuevo sueño, algo realmente puro que nadie esta vez podría quitarme… Y así fue como le sonreí al espejo y me besé la imagen.
Esa noche me emborraché como nunca. Bailé, canté mierdas de canciones, mentí a quemarropa, lloré, insulté al cielo, y acabé con una de las tan famosas y odiadas night stands. No sé si me sentí abrazar por alguien en la noche, pero siempre supe que estuve solo…

La resaca no pudo frenar mis pasos hambrientos de la mañana siguiente… Caminé por dos horas, sin destino específico. Contemplaba las nubes y la expresión de los edificios, y una que otra fotografía fue detonada como un dardo por mis manos temblorosas. Me dirigí caminando al famoso barrio de La Boca, consciente del peligroso viaje en que me involucraba, pero no me importó… Ya creía ser inmune a cualquier golpe o estocada… También, ya nada podían robarme.
Las parejas bailando el sensual tango, sobre los dulces adoquines de Caminito. Las casas multicolor, el alegría de los lugareños y el beso de una ciudad que venía a tomar mi mano, me pintó una sonrisa y una señal que no había visto; la importancia de un alma satisfecha. Y con el fervoroso movimiento de unas piernas de mujer, mi corazón latió excitado por descubrir más allá.
Otro taxi me sedujo, otro conductor que me estrechaba la mano, otra vez los mismos rostros en las calles preguntándome “porqué”. Obsequié a cada mirada un beso, ¡no tenía nada que ocultar!

La masa de gente celebrando en las calles el bicentenario. Miles de emociones por segundo que me envolvían en la onda magnética. Miles de voces me preguntaban mi nombre, y yo robé todo esa energía para sembrarla en el huerto de mi vida que tengo que reparar ¡ahora, ya!
¡Eso es!, sembrar es la respuesta…

Entonces, sembré las sonrisas sobre las laderas de mi alma…
El calor humeando como nutriente de mi cerebro…
Los besos como el abono de mi esperanza…
La realidad como la guía de mis sueños renovados…

javascript:void(0)


Y así me perdí nuevamente por las calles en el atardecer… Bailando un tango suave con mi sombra, y olvidando todo lo demás, para yacer otra vez en una cama, donde esta vez la buena fortuna, vendría para abrazarme toda la noche y no dejarme solo nunca más…

.

miércoles, 19 de mayo de 2010

AVE DE LUZ

Hoy es un día para honrar aquello que nos demuestra que la oscuridad alguna vez tiene que ceder. No puede llover todo el tiempo, y el horizonte junto al amanecer, comienzan a ser claros. Con esto, comparto un extracto de mi nuevo libro "ARENA BLANCA SOBRE HIELO"



MI AVE DE LUZ

¿Es acaso esto…

(un largo suspiro mientras abarco la inmensidad)

Un gran océano?...

¿Es acaso esto, algo tan inmenso?
Una substancia que nos rodeará por completo,

cortándonos la salida.

Tal como lo había soñado,

¡así como aún lo deseo!

¿Cómo fue que pudimos llegar tan lejos?

– Le pregunté al viento que merodeaba por mis orejas,

mientras sentía como la Arena Blanca corría por mi rostro, deslizándose a través de mis labios…

Pero, aquella herida inmediata,

¡tan profunda!,

provocada por esa masa de aire descontrolada,

¡celosa de mí y mi fortuna!,

de poseer la semilla de tu ilusión,

dejó que mi cuerpo se desangrara, lentamente,

¡en pleno abandono!,

sin abrazos para despedir la última gota de vida,

sin una caricia bajo el mentón,

y con el susurro constante de una estrella en agonía.

Pero nunca así, pudo verter todo el amor que sentía dentro.

¡Toda esa maldad eólica!, ¡nefasta!, a propósito…

Sólo porque el calor de tu mano (apretando fuertemente la mía), bloqueaba todo los embates para derribar nuestras sólidas esperanzas.

¿Qué le habíamos hecho al mundo?,

¡salvo unir nuestras almas!...

Y tus ojos brillaban increíbles,

tanto como para atenuar el pánico,

que inevitablemente, se apoderaría de mí,

cuando ya la fuerza de mis manos no pudieran sostenerte, nunca más.

Tú allí; la presencia poderosa…

Me tranquilizaba el verte,

un simple talismán, como un ronroneo de nuestras sonrisas felinas.

Ningún miedo, ¡ninguna duda!,

se atrevía a romper en mil pedazos,

tantas de las promesas que siempre pendieron al vacío,

dentro de este acantilado que ya, casi nos puede morder los pies.

Al parecer,

se deslizaron algunas lágrimas por mi rostro.

Llegaron a mojar el velo que te cubría las piernas,

y creí así, oler por primera vez la fragancia de la paz…

No dudé en colocarme de rodillas, frente a ti,

¡con gran esfuerzo!,

pero con ferviente hidalguía.

Sólo una mirada bastaba,

algo suave como la comisura ascendiente de tus labios sedosos,

podría secar la lluvia cálida desde mis ojos temerosos.

¡No había límites!

Podíamos maquillar el romance a nuestro antojo.

Hablé del miedo profundo que me oprimía,

mientras nos abrazábamos sobre el borde del vacío,

que comenzaba a desmoronarse, con cada pedazo de tierra colapsando, de la base que siempre nos sostuvo.

Quise recitar aquel canto que compré al cielo por la módica suma de mi redención,

pero el silencio se había retirado acobardado por el océano que comenzaba a crecer en furia,

con olas y golpes furiosos contra nuestra isla pequeña y esbelta. Y así, se llevó mi voz…

Insistí en cantar,

a pesar del escenario adverso,

pero tus labios me besaron repentinamente,

tratando de sepultar el sonido gutural de mi respiración, para prolongar en algo, lo que me quedaba de vida...

¿¡Qué importa el huracán!?

¿¡Qué importa ese cielo lleno de relámpagos!?

¡Que traigan todos los desastres de los diversos reinos!

Cuando ese beso hizo del rubor mi gloria

(tuve que tocar mis labios para convencerme),

tuve que recobrar la noción de la complejidad de haberte obsequiado mi alma dentro de esas flores,

que nunca parecían marchitar.

Decías que éramos indestructibles,

y con esa aseveración,

tu don de pacificar todas las aguas inquietas de mi mente, se fortalecía…

De dónde provenías o pertenecías,

nunca me quedó del todo, muy claro.

Nunca te había visto antes en mi vida,

pero apareciste allí, para darme cobijo en la tormenta.

Yo, aún arrodillado,

comenzaba a sentir el letargo invadiendo mi carne,

la sangre ya parecía abandonar por completo aquellas venas cansadas, y flaqueé…

¡Ja!

Rápidamente, me cogiste en tus brazos,

evitándome la caída al abismo por peso propio.

Tus brazos me acunaban tal como una madre mece a un hijo que ha nacido muerto.

¡Un sollozo!,

cuando te quedaste con la canción que compré al cielo…

Levanté la cabeza, antes.

Deseaba mirarte por última vez,

pero el pánico y la oscuridad,

se apoderaban de mis pensamientos,

jalándome definitivamente hacia el risco y a los brazos enormes del océano.

“Dulce, dulce sueño…

Has de ver cómo en ángel, me vuelvo.

Dulce destino, cuida mis alas que abandono mi amor divino.

Dulce romance, no te veré más, aunque este dolor me traspase.

Ave de luz, ave de luz, ave de luz”

Finalmente,

el manto sofocante de la muerte llegaba.

Me depositaste sobre el suelo con extremo cuidado,

un último: - te amo, amortiguó mis brazos abiertos.

Y así, vi tu figura lanzarse al acantilado…

Un par de minutos,

entre la condensación del silencio, que humedecía los vestidos pálidos del deceso,

creí percibir unas alas vigorosas abatirse,

¡imponentes!, despegando en un vuelo majestuoso.

Podía saborear la luz que irradiabas en mis labios rigidizados, tan intensa, tan libre…

¡eras un Ave de Luz!

Sobrevolaste mi rostro inerte, muchas veces,

y los besos cogían el tren de la eternidad con cada destello de tu energía luminiscente,

terminando así, los últimos minutos de mi vida.

¡Debo decir que estoy agradecido!

Por el paraíso de haberte tenido dentro de mi alma.

Millones de soles aparecieron para acompañarte en el luto, te cubrieron la desnudez por un instante,

y con gran destello, te consumieron para sí.

Y así, fue como te perdiste en el horizonte…

Volando a través de la densidad que une al universo con el rostro de una estrella y un eco del latido de vuestros corazones… ¡Eso significa sembrar el amor mutuo!

Un horizonte iluminado que se superpone a cualquier ángulo del sacrificio.

El paraíso y el fruto que crecería dentro de nuestras almas, que ninguna muerte podría alcanzar jamás.





M

lunes, 10 de mayo de 2010

Cordón umbilical


Entre el divorcio nocturno total de mis párpados con mis ojos, paseaba las imágenes de un mundo cotidiano, sincronizado, ¡predecible! Y el no poder conciliar el sueño por cualquier motivo, se asemeja mucho a leer un libro bajo los efectos de la droga, cuando se está en cama. Sin embargo, ahí estaban mis fantasías de sábado en la noche, con un dolor aún vivo pero con mi propia naturaleza emitiendo el analgésico.
Entre todas esas imágenes, se vino a mi mente el día de la Madre…
A este lado del mundo, se rinde honores el día 09 de Mayo a la mujer que alguna vez nos acogió dentro de sus entrañas, suministrándonos de sangre, masa encefálica, amor y sueños de buenaventura. Algunos dicen, que en cada día se debería agradecer a vuestras madres, por una labor increíble que juegan en el ciclo de la vida propia. Algunos como yo, pensamos que no tenemos porque celebrar tal día, ya que mi Madre está en todo lo que soy, y yo vivo en el brillo de sus ojos. Es ya un regalo mutuo, el hecho de que ella sea mi Madre y yo sea su hijo. El amor está allí siempre, está en cada gota de sangre que alimenta a las distintas células, cada vez que uno utiliza la visión para contemplar… Pues todo alrededor, viene de la creación de algún ser mágico que tiene el divino poder de hacer de un sueño algo tangible y palpable. Esa misma definición puedo usar con mi Madre.
Creo que las personas (y me incluyo), ante estos días en qué algo se celebra, nos angustiamos mucho más por no saber qué regalar en vez de reflexionar cómo es que llegamos a crecer física y mentalmente. Es salir de un “jaque”, el hecho de comprar un par de rosas, una torta o cualquier cosa que tengamos que pasar por caja. Yo ayer, estaba más molesto con el asunto de si debería regalar algo o no. ¡Materialismo en todo! Y no digo esto de tacaño, sino que siento que no necesito regalar nada material a mi Madre, para demostrarle todo el amor que siento.

Y así comenzó mi día, esperando el autobús (micro en jerga chilensis) en la esquina de mi madriguera. En mi cabeza aún estaba el asunto del regalo (contradicción bipolar interna), y mientras debatía el tema en mi mente, pude palpar la irritación que sienten todos los Santiaguinos que tienen el envidiable placer de esperar por horas los frutos “abundantes” que otorga el Transantiago, como medio de transporte. Ya comenzaba a enfadarme, treinta minutos de pie, un sol implacable sobre mi cabeza, un orzuelo maldito que se burlaba en mi vanidad, y anclado a un lugar en el que el pavimento parecía hacerme prisionero. El acto de uno de los tantos artistas callejeros que ya son plaga, hacía de mi enfado aún peor, con su número artístico que no tenía nada de novedoso (elevar dos naranjas es como llevar el vaso de vino a la boca) y tampoco pensaba en improvisar… Pero se hacen llamar “artistas”.
Ese animal de venas frías, con cara metálica y vidrio, y expresión de sufrir mientras más gente suba dentro de sí, jamás llegó. Por lo que me vi obligado a caminar hacía la estación más cercana del ferrocarril subterráneo metropolitano; alias “metro”, con el enfado de haber tenido treinta minutos más extras de pensar en "un regalo", cuál incertidumbre parecía volverse en un caso demasiado complejo de resolver. Por las calles, cientos de personas con ramos de flores en las manos, caminaban sin siquiera emitir una leve sonrisa, parecían torturados. Quizás, en sus mentes estaba el fútbol, la teleserie del “guerrero del amor” (no he oído algo que me produzca más vergüenza ajena que esto), o cualquier panorama que se dejó de hacer, sólo por cumplir con el calendario.
Me pregunto qué sucedería, si pudiera entorpecer las fechas, cambiar las festividades o cambiar el sentido de lo que se celebra, todo lo que una sociedad considera estándar para todos los que vivimos en ella... La Navidad la celebraría el 21 de Enero, mi cumpleaños el 30 de Febrero, el día de la madre apenas despierte al día siguiente, el día del niño se posterga para el año 2050, el día del trabajador se elimina para que se utilice para “trabajar”, sino llamarlo el día del ocio. ¡En fin!
Finalmente, violé mi propio código y compré un regalo bastante humilde, más que nada funcional de acuerdo a lo en ese instante mi Madre podía estar necesitando. Una vez en casa, el abrazo de mi Madre me bañó en aquella infancia que veo siempre en el brillo de sus ojos. Sonreímos, no le dije que la amaba, no le dije que era la más linda en ese día, sólo le sonreí, pues ambos ya lo sabíamos y no había espacio para la duda. En la compra de un regalo, no sólo gaste un poco de dinero sino que horas preciosas que pude haber gastado conversando con ella, explicándole lo que va sucediendo en mi vida y escuchándole.

Y así, sentí que era un día cualquiera, salvo que volvía por un instante a ese nido que aún conserva algo de mis plumas de cuando era un polluelo. Mi Madre no pedía nada, sólo verme y saber de mí. Con cada cosa que relataba, ella respiraba más hondo viviendo la situación como si realmente la sintiera, fue allí cuando me di cuenta que había nacido pero aún seguía conectado con aquel cordón umbilical. Viviendo en un mundo que mi madre desinteresadamente me había ofrecido.
Nunca hubieron brazos que me hicieran sentir tan protegido, nunca hubo alguien que sintiera tanto orgullo de mí a pesar de los fracasos y múltiples defectos. Por ahí leí en uno de los postulados de un amigo (bueno, estatus en facebook), algo así: “si tuviera la oportunidad de volver a nacer, no lo dudaría un segundo en volverte a elegir”. Qué hermoso es pensar con la seguridad de que vuestra Madre pensaría exactamente igual… Algunas conexiones nunca se pierden.

viernes, 7 de mayo de 2010

PUENTE FINAL


Hoy es un día de gran dolor... Por fin conozco al más horrible de los infiernos que he vivido; el más crudo que he podido sentir en el alma. Ahora, me doy cuenta que me estoy convirtiendo en algunas de mis prosas o historias, ya que me siento hundir en aquellos pantanos que suelo describir tan lúgubres...
Ella me enseñó a ser "positivo", mirar siempre hacia el frente. Pero ahora, ella me traiciona y me deja demasiado débil, depositándome en la cama más gélida que un amor quebrado puede otorgar. Mis instintos reaccionan, ¡estoy desesperado!, tratando de encontrar la salida cuando antes, quizás antes me hubiese dado por vencido inmediatamente. En fin!, aún en estos momentos utilizo las enseñanzas de aquella que amo con tanta fuerza que llega a doler

Aunque tengo que confesar, que pasó por mi mente un acto que no me volvió a visitar. Quería recordar aquella poesía oscura que escribí cuando estuve en el intento más serio de suicidio, durante mi errática juventud. ¡Ahora estremezco sólo pensarlo!

Tenía en ese instante la edad de 17 años, ¡recién cumplidos! En aquellos años, sólo podía ver oscuridad en mi vida y no tuve la suficiente valentía de afrontar la adversidad que se había obsesionado conmigo(ahora valentía es el valor que más tengo, no así la suerte).

Advierto, que el siguiente trozo del libro "15 -INTENTOS DE SANGRAR", contiene un lenguaje muy gris y un dolor existencial sofocante...


EL PUENTE FINAL

¿Por cuántos días sobrevolarán estas aves negras, esas asfixiantes alturas dentro de mi mente?...
Cuervos, buitres, ¡cuervos y buitres!, vigilando a veces desde la cornisa, como esperando la invitación de abalanzarse.

Miles de sombras sisean al verme pasar con mi cabeza que no puede levantar la vista,
voces susurran a través de las piedras, mi triste arribo ha sido anunciado,
mis ojos enrojecidos de lágrimas se reflejaban sobre los charcos de agua que dejó la última tormenta que no pude derrotar.
Las copas de los árboles comenzaban a llorar, desesperadamente, meciéndose con el dolor de que me perderían para siempre.
Un día gris, ante el suicida que reta a su propia oscuridad, desde las vigas de un puente podrido y cansado de ver el mismo acto.
Abajo, un río silencioso, que ya había perdido la esperanza mucho tiempo atrás.

No habría aplauso alguno, no habría presencia,
cuando el suicida llegase al coito del abismo, aplastado contra la prisión de locura que recorre su mente, y ahogado por los fracasos que aniquilaron los sueños fértiles de una vida.
Fielmente a un momento de tragedia, el aire conserva el silencio para atraparlo cándido hasta el siguiente amanecer...
En la cornisa de la viga ya resignada, y la luz de los faroles que rogaban al cielo repentinamente ennegrecido, ¡se sentaba aquella silueta para no volver a levantar la cabeza!, ¡retando a la oscuridad!, ¡venciendo la cobardía al dolor!



¿Es este puente la última salida?...
¿Es que esta noche, no piensa actuar en este teatro de dolor?...
Creo divisar un único actor, junto al puente que inspira tragedias.

¿Por cuántos días negros, estas aves negras comerán mi carne?...
Sólo hasta el amanecer… – Dijo una voz asfixiada al fondo del río.
El pavimento pide piedad, pero el acto de rogar perdón cae fulminado con una paloma blanca hundiéndose en las profundidades, derrotada y devorada por los peces nacidos en la miseria de una vida injusta, aquella imagen se pierde dentro de esos ojos que nunca más volvieron a mirar el horizonte.

Pronto, las voces se esfumarían en el frío azotador, que ascendía constante.
Tan sólo un momento con la muerte… Pensó que esto duraría por siempre,
pero la ilusión desaparece, ¡el suicida yace abajo destrozado!,
muerto antes de siquiera venir al puente,
quedando sólo el reto; el breve abrazo de la oscuridad y el eterno beso del aplastamiento.

Es el puente viejo, ¡una última salida!, resignado con sus faroles cabizbajos,
y una mujer anciana llorará sobre una fotografía, pidiendo el perdón ajeno.
No sé si mi alma perdida pudo sonreír mi recuerdo a través del viento que arremolinaba las hojas secas sobre el parque donde sepulté mis últimas cartas con una fotografía.
La tragedia, un gozo de los divinos creadores de este mundo,
encubridores por siempre de este triste acto provocado por la desgraciada al azar del capricho divino.
Un ser que sólo recibe azotes, ¡privado de soñar!, tomará siempre aquel camino que conduce al último puente,
buscando desesperado una última salida desde su infierno mismo en vida.

martes, 20 de abril de 2010

:(

QUIERO TENER TIEMPO Y ENERGIA PARA ESCRIBIR!!!

NADA BUENO

jueves, 18 de marzo de 2010

Interconexiones de los efectos labiales

Sin duda, un pez en medio del desierto puede ser una imagen que emane perfumes de un drástico hábitat, del fin de un ciclo, de la muerte inminente o de un comienzo incierto… Ahora, si ese mismo pez; esquelético o carnoso, podrido o fresco, fulguroso o en estado de putrefacción, se traslada a una urbe, a una selva de árboles grises con sonidos que mellan el tímpano de la tolerancia, la imagen esta vez seria borrosa, sin contraste, sin siquiera un grado de nitidez que guiará el esfuerzo de un “¡vamos!”…



Ante el desastre, las personas parecen adquirir matices que a veces les deforma el rostro o quizás el sonido de la sonrisa. Me he puesto a observar los labios, de cualquier transeúnte y me cuesta pensar que los míos contienen el mismo relleno de plasma y carne. Aquellos labios pueden moverse con el viento, insultar, disipar suavemente poemas de Boudelaire, presionar los dientes ante el golpe de puño, besar con cierto grado de pasión donde hay engaño, etc… Y desde entonces, ¡le temo más a unos labios desconocidos que a un arma de fuego!

Lo evidente, aquella manifestación que nace en sospechas y se inserta dentro de las entrañas donde parece que uno carece de estómago, y sólo posee una infección de miedos reiterativos. ¿Cómo reaccionaría una flor ante la inminencia de ser golpeada por un relámpago? El capullo se comprimiría, los pétalos decaerían y el polen se derramaría a través de aquellas grietas sedientas por algo de pasión… Pero, nadie puede protegerle…

Hoy, en la miseria laboral que me encuentro sumergido. Perdí el control con una persona que trabaja con algo así como… ¡materiales! Le di sin misericordia de mis peores misiles envenenados de ira, sin siquiera contemplar si había guerra declarada o no. Envié a mis ejércitos defensivos por mis labios, para fulminar todo intento de indulgencia o siquiera permitir alzar una posible bandera blanca… ¡No di tregua! Me sentí como aquel pez en medio de una selva urbana, sin nitidez, sin contraste… No pude sentir la sonrisa del “vamos” con el amor de “todo pasará”… No pude contener blandir aquella poderosa arma que presencia un trozo de carne ser masticado, aquellos labios carnosos que destruyen tanto como lo que siembran. Y no puedo cegarme a lo que parece evidente… ¡Las espinas me atrapan y el relámpago cae!


Ya la acción está hecha.

Ahora, ¡vivo contra los pronósticos! El polvo de la miseria que tanto quise esparcir decanta bajo la sombra que proyecta el rostro ensangrentado de unos pétalos arrancados brutalmente. Y los ojos vivos casi enrojecidos de furia, silbando con esos labios siempre a tiro de cañón... Y precisamente a través de ellos, siento el sabor de lo cometido, y dentro de la mente sobre-excitada, pregunta una pequeña flor: ¿fue todo necesario? ¿valió la pena?

¡Que vergüenza no poder responderse a sí mismo!...