miércoles, 7 de julio de 2010

ESENCIA

Quiero compartir un borrador de un nuevo libro, que mantendré inconcluso al igual que otros que ya debería de haber terminado... Grrrr!!! ¿!Quién goza de abundancia de tiempo!?

El libro se titula CON EL COLOR DEL FUEGO EN LOS OJOS. Y este extracto que ofrezco desinteresadamente, es el primer borrador de aperitivo :)



ESENCIA – METAFORFOSIS DEL ALMA, DESINTEGRACION DE LA CARNE.



Los cielos son tan diferentes cuando el glaciar que cubren los ojos, comienza la lenta y finalmente, brusca retirada… El deshielo refresca el honor mancillado y las primeras flores comienzan a liberar su perfume.
Las nubes parecen tan libres, ¡tan dispersas en su libertad! No había visto nunca, un cielo tan perfecto en un segundo y tan difuso en el siguiente, y así, reiterativamente…
No es que no hubiese deseado lavarme el rostro cuando desperté, sino que quería conservar el aroma fresco de una enseñanza que no tuvo consideraciones para mí. Sólo disciplina, ¡sólo decepción!, sólo fortaleza, ¡sólo humillación!
Una colmena de abejas apareció repentinamente desde la frescura de una vertiente, rodeándome como si mi esencia fuera el polen de un paraíso que siempre soñaron. Se posaron sobre mí, deleitándose, frotando sus pequeñas alas en un zumbido que para mí sonaba tan parecido al calor del amor. Aquellos diminutos ojos negros; ¡perlas!, me miraban expectantes, casi con un nerviosismo romántico precoz. Y no pude ofrecerles nada mejor que un arcoíris, que aceptaron sin vacilar, perdiéndose en el reflejo multicolor sobre mis ojos.
Sentía que la carne comenzaba a desintegrarse en el aire, lo que fue de mis músculos se transformaba en arena. Y el espíritu sonreía por continuar a través de estas dunas que de pronto eran nieve. Y ahí, entre la aridez y el hielo, que alternaban en mi mente. Encontré un cofre sin candado alguno… Medité quién pudo haberlo dejado en tal paraje, fríamente calculado sobre mi caminar. Dentro, una máscara que reflejaba todas las expresiones y gestos que había realizado en vida. Y cuando me propuse colocarla sobre mi rostro, el viento de arena y el frío de la nevazón, desnudaron los huesos que me sostenían, y así me deshice de la forma física que mi madre moldeó en su vientre con tanto amor…

El hecho de volar, traspasar la materia, oler el aliento de los planetas y sentir el palpitar de un recién nacido… Era la libertad que siempre estuvo estampada en esos sueños que jamás son recordados cuando abres los ojos. Allí me paseaba a mis anchas, desde el arrullo de una paloma hasta el vuelo de una cometa albirroja entre las nubes blancas. En el ladrido de un perro puse mi voz, y en el deslizar del pincel de un pintor, el color de mi alma… ¡No podía abarcar más felicidad que estar en tantos lugares juntos!, y al mismo tiempo.
Mi máscara me podía transportar a donde desease… Y quise saber del infierno… No había fuego, no había frío, no había materia ni imágenes… Sólo un reloj en medio de… ¡en medio de nada! Cada segundo marcado por el sonido estereofónico del “click”, el vacío pasaba en un segundo de un negro espeso (el reloj ahora brillaba), a un blanco diluido. ¡He ahí el infierno! Nada de nada… Sin identidad, sin imágenes, sin materia sideral, sólo el sonido del tiempo… No experimentaba cansancio ni desapruebo, en fin, no era dueño de mis sentimientos, no era capaz de desviar la vista, sólo frente a mí aquel el reloj (yo era parte del entorno) y los cambios de colores tan opuestos: blanco-negro-blanco-negro-blanco-negro Asumía que no estaba sólo, quizás otra alma estaba a mi lado, contemplando el mismo escenario y despojada de toda sensación alguna.

Por algún error en la estructura de la sinfonía que es el destino, el tiempo se distorsionó y me expulsó del infierno, para licuar la esencia de mi vida en un frasco de vidrio que flotaba en alta mar… Dentro, un mensaje que buscaba por él, escrito por los suspiros de la boca suave de una mujer frágil. Mi esencia; un líquido comenzaba a humedecer el papel, fue cubriendo todo el trozo escrito y comencé a sentir todo ese amor prometido, toda esa pasión inagotable, toda la esperanza de la unión eterna. Sorprendido, volvía a palpar aquellas sensaciones físicas de la carne y de la mente. Aunque el Sol de súbito, se encargó de evaporarme para cabalgar las nubes que se movían tan libres como en un principio. Como de esperarse, la condensación me llevó a ser envuelto en una gota que caía sobre una ciudad abrazada por la noche y besada por la luz de las velas… Caí sobre los labios de un niño que corría llevando un juguete en su mano derecha. Este frenó en seco su prisa y saboreó sus labios… Miel de abejas ilusionadas, el canto de una paloma, el verso de una estrella para la noche, el color de la vida, la sabiduría de un infierno y de un paraíso, lo majestuoso de volar entre las nubes y el renacer de una esencia…
Mi mente vuelve a cero. Mi corazón se regenera. Mi alma ya olvida…


No estuve nunca más muerto que cuando estaba vivo
Nunca estuve tan vivo, una vez que había muerto…

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